Felicidad, sufrimiento y conocimiento

Por Javiera Tapia

El impulso que nos lleva hacia la búsqueda de la Felicidad es un motor común para cada uno de los seres humanos. Es un deseo que nos unifica y motiva nuestras acciones, que llena de sentido el estar aquí y ahora. La búsqueda de la Felicidad da coherencia a nuestro desarrollo físico, mental y espiritual; al impulso vital de nuestra existencia individual y colectiva. Se podría decir, entonces, que la Felicidad es una vocación: si tenemos la voluntad, es porque profundamente reside en nosotros la facultad. Sin embargo ¿Cuándo fue la última vez que nos sentimos felices? ¿Cuándo fue la última vez que nos sentimos plenos? Explicar y definir la Felicidad y el sufrimiento es ponerle cuatro estacas y dejarlos en una jaula. Cada uno de nosotros le asignará diferentes significados. Estas palabras evocarán en cada uno de nosotros diferentes colores, imágenes y recuerdos. En este sentido, la experiencia y el conocimiento son claves. Nadie puede entender lo que es ser Feliz, debemos experimentarlo con todas las facultades humanas. Por ende, palabras, conceptos y convenciones no dan el ancho para abarcar algo más grande que nuestras mentes.

La confusión del placer
Permitámonos un recreo ideológico, y por unos breves minutos cuestionemos todo aquello que nos ha contado la publicidad, permitiéndonos asumir, por esta breve lectura, una sencilla pero revolucionaria afirmación: la Felicidad no es placer. Se podría decir que el placer es el efecto que experimentamos al satisfacer una necesidad; mientras más urgente sea la necesidad, más placer experimentamos al llenarla. De esta forma satisfacer las necesidades básicas calma una suerte de estrés o alarma visceral que produce la necesidad misma. Pero la Felicidad va más allá de todo esto. Es un concepto abstracto, subjetivo, inmaterial, que a pesar de contar con todas estas características sumamente etéreas, necesita de un equilibrio material que la sustente, necesita de una armonía interna y externa para poder existir. En este sentido, cabe mencionar que si no tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, la búsqueda de la Felicidad se vuelve imposible, nuestro cerebro reptil toma el mando y nuestra corteza cerebral sede. Somos primates buscando sobrevivir. ¿Es preciso que destaque lo macabras que son las miles de necesidades que nos han inventado? ¿Se puede atisbar el hecho de que estos cientos de requerimientos que debemos llenar, nos impiden comenzar a construir nuestra Felicidad? Pregunto todo esto dado que, al hacernos sentir sumamente insatisfechos material, social y emocionalmente nos privaron de un derecho primigenio: ser un humano y no solo un animal.

La depresión
Considerando lo anterior se reafirma algo que está comenzando a rozar lo cliché: estamos en una sociedad enferma. ¿Por qué digo sociedad enferma? Primero que nada ¿qué es la depresión? Bueno, la depresión es estar triste, estar bajoneado, andar mal, estar melancólico. Pero no es solo eso, la depresión es una enfermedad de la VOLUNTAD. No te sientes ni triste ni feliz, no sientes nada. No hay nada. Estas muerto. Para términos de este trabajo, la depresión entonces será entendida como un estado de profundo sufrimiento. En la depresión de a poco te vas desconectado de la vida. Pierdes las emociones, las memorias, tus gustos, tus placeres, y no te das cuenta. Es una especie de neblina que se va comiendo todo lo que hasta ese momento eras, dejando solo los mecanismos básicos. Te
vas apagando; entonces dejas de ser un humano y pasas a ser una máquina. La depresión también tiene un factor biológico. Los neurotransmisores no funcionan y tu función cerebral se vuelve limitada. Tu sistema inmune decae, entonces generas nuevas enfermedades. Pero socialmente eso no se entiende, te tratan como un débil mental.
Podríamos quedarnos en este punto lamiendo nuestras heridas sobre lo terrible que es la epidemia de la depresión que tenemos como sociedad. Entonces tendríamos que salir a la calle y gritar sobre lo terribles que son los políticos y las iglesias, sobre lo deficientes que son las políticas públicas en cuanto a la salud mental de las personas; sobre lo ineptos que son los profesionales de la salud. Y entonces cuestionaríamos la calidad de educación que
se da en las universidades, y pediríamos una reforma. Porque claramente, si tenemos una reforma, entonces la depresión se nos pasa a todos. Sin embargo, la depresión y el sufrimiento no se solucionan desde afuera. Para
sanarlo, hay que entenderlo. ¿Para qué existe un estado tan doloroso como este? ¿Cuál es su razón de ser? Creo que el sufrimiento te pule y te ayuda ser mejor, te ayuda a saber qué cosas son importantes y que cosas no, a saber a qué le asigno valor. Cuando se te desgarra el alma de dolor no lo puedes ver con claridad. Pero viendo al
sufrimiento como lo que realmente es, una oportunidad, te regalas la posibilidad de crecer. Eso es un acto de amor.

Razones del sufrimiento
Entonces, nadie entra en depresión porque sí. Quizás al médico, psicólogo, psiquiatra o a nosotros mismos no nos queda claro el por qué estamos deprimidos. El misterio de la depresión está en entender el cuándo y el porqué de nosotros mismos: ¿Cuándo comenzamos a sufrir? ¿Por qué nos perdimos a nosotros mismos?
Se sufre por la ignorancia: son tantas las cosas que no entendemos, tantas las cosas que creemos que son, creemos que somos tantas cosas. Un camino hacia adentro te ayuda a entender, y si entiendes puedes elegir. El sufrimiento te vuelve más sensible, más empático y agradecido. Es un remezón para volver al camino. Me contaron por ahí que los seres humanos nos componemos de espíritu, conciencia, emociones y cuerpo. Si quisiéramos hacer una analogía, entonces el espíritu y la conciencia son un jinete, mientras que las emociones y el cuerpo son su caballo. Generalmente los humanos vivimos creyendo que somos el caballo, y en esa forma nos relacionamos con los demás, con nuestro entorno y con nosotros mismos. Pero eso no es cierto: nuestro real yo es un jinete.
Para alcanzar la Felicidad debemos armonizar caballo y jinete, dejando a ambos conformes, que ambos recorran juntos por el mismo camino. Cualquier extremo; solo cuerpo y emociones, o solo espíritu y conciencia, nos provocará sufrimiento. ¿Quién domina en tu caso, el caballo o el jinete? ¿Cómo quieres caminar? ¿Hacia dónde quieres ir?

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Autor: Claudio Pena

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