Educación y Conocimiento de Sí Mismo

Por Milena Olivares

Es normal, e incluso deseable, para la supervivencia y desarrollo personal el sentir que se cumple una función dentro de un espacio contextual determinado, sea este la familia, el barrio, la sociedad, el mundo, el universo etc. Dicha función puede ser ejercida desde un punto de vista positivo atendiendo al beneficio que mi persona reporta tanto para mí mismo (evitar la autodestrucción) o bien, para una comunidad y/o sociedad específica. Muchas veces la cultura del exitismo nos confunde, haciéndonos pensar que la función dentro de la sociedad se limita a reproducir estructuras pre existentes tales como el de: Hijo, padre, estudiante, trabajador etc. Limitando nuestro entendimiento de posibilidad de acción, y por tanto de posibilidad de comprensión de sí mismo, al rol que dicho papel me incita a desarrollar. De esta forma, el yo como ser individual sensible-pensante, desempeña de forma correcta su función social si ésta se ejerce según las expectativas que se tiene del rol que por múltiples factores desarrolla. La educación formal refuerza ésta conformación de subjetivida en los individuos, e incluso los estímulos que la vida cotidiana nos ofrece en forma de normativa jurídica coercitiva, de modo tal que, el ser humano resulta ser buena persona si cumple su papel en la forma que se espera. Al respecto, resulta interesante la etimología de la palabra persona, que proviene del latín persōna, y éste probablemente del etrusco phersu (‘máscara del actor’, ‘personaje’) el cual —según el Diccionario de la lengua española— procede del griego πρóσωπον [prósôpon]. El concepto de persona es un concepto principalmente filosófico, que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana. Si hilamos más fino, lo correcto sería descubrir un carácter ontológico de cada ser humano dentro de su individualidad, lo que le hace ser distinto a otro similar dentro de su especie, sus características, sus emocionalidades, reacciones, motivaciones…Lo que hace que el lector sea un ser humano distinto de mí, y no obstante seamos un espejo cuyas emociones y confusiones se exterioricen de modos muy diversos según la experiencia y carácter que tengamos, manifiesta un sustrato común que nos hace sentir menos solos dentro de una individualidad corporal, es por ello, que las palabras abren instancias de diálogo donde accedemos a conceptos entendidos por ambos, es por ello que el lenguaje del cuerpo nos une. Si le preguntase al lector ¿Quién eres tú? Es probable que comience a definirse por su nombre (realzando su individualidad o la especificidad que cumple en nuestro contacto), proseguiría por sexualidad, o su género, sus aspiraciones etc. En algún momento describiría un rol que cumple en la sociedad soy estudiante, soy mamá, soy hijo, soy trabajador (…) la persona debe desempeñar dicho rol de la mejor forma posible, siendo dicha mejor forma establecida por expectativas sociales, cumpliendo su rol cual actor desempeña su papel, recita sus diálogos y de esta forma contribuiría a hacer de esta sociedad una sociedad mejor. Estoy consciente de la ardua simplificación en mi escrito, no obstante, la considero necesaria para señalar el nudo ciego que se forma a lo largo de la historia y se agolpa en el pensamiento más interno de la sociedad: Su modo de concebir el mundo. El propio uso del lenguaje es testigo, conformando o bien, replicando estructuras deseadas o no deseadas (ese proceso de juicio es personal). Creo que el proceso se efectúa al revés, la persona es un aporte a la sociedad mientras desempeña su función de la mejor forma posible, y efectivamente puede ser aquella la conclusión si efectivamente la persona hubiese escogido dicho papel de forma consciente, y aquí entro en terreno. No digo que las decisiones a lo largo de la vida de la persona se desarrollen dentro de un constante desconocimiento de las consecuencias de sus actos, es muy probable que la mayoría de las veces sean decisiones en la esfera de lo consciente, pero es cierto que en la edad temprana no se le enseña al niño a descubrir quién es como parte de su educación, se le enseña más bien conocimiento específico entrelazado con (objetivos transversales) habilidades moralmente deseables. El tema central es que no sea una amenaza para el orden social y se le introduzcan los símbolos académicos necesarios para posteriormente, convertirse en un trabajador dentro del engranaje pre existente a su llegada. No se entiende como parte de su educación (formal) el proceso en que el niño se descubre a sí mismo, sus propios intereses para que, posteriormente escoja de forma consiente y adecuada su lugar en la sociedad, y con ello su aporte al progreso social. Hoy en día, como adultos nos cuesta notar que el lugar que desempeñamos en la sociedad es producto de decisiones nuestras y de aquellos que habitan en nuestro entorno. La interconexión se olvida, e imaginen muchas personas tomando decisiones o teniendo actitudes no del todo conscientes, es como despertar a la vida cuando de pronto debes escoger tu carrera universitaria, o tu trabajo. Es como cumplir un rol leyendo los libretos señalados olvidando que es parte de tu naturaleza el comprenderte, el descubrirte como agente social, el señalar los lineamientos de tu voluntad. Al respecto es interesante analizar como la educación para Platón constituye un proceso por el cual los prisioneros de las cavernas salen a encontrarse con la luz, enfocando el énfasis al gradual acostumbramiento de la visión del primero a las sombras, a los reflejos de los objetos, a los objetos mismos, y finalmente a su fuente luminosa, el sol, que no es otra cosa que la verdad, el Bien. Platón lo entiende como un proceso, pues no cree que la educación implique inculcar conocimiento prefigurados por el maestro en el alma del educando. Se estima que es un entrenamiento al “ojo del alma” para que éste mismo determine la bondad en los objetos que observa, y con ello que objetos le son adecuados1. Pues, el “ojo” del alma visualiza objetos cuyos conceptos ya estaban contenidos en el alma de forma innata, como ideas. La educación sólo despierta éstos conocimientos innatos, por ello el Estado debe ser cuidadoso respecto a la educación, ya que, según lo que observe y se acostumbre el ojo del alma, moverá al alma completa y ésta tenderá a ese objeto; “Con toda el alma debe operarse la conversión de éste órgano, a fin de hacerlo capaz de contemplar el ser y lo más luminoso del ser2” Me atrevería a responder que la finalidad buscada por el hombre no es otra que la de ser feliz, sentirse pleno en la labor para la cual tiene habilidades, o bien inclinaciones
(vocación) naturales. Considero que no es otra cosa que la educación el instrumento por el cuál debe lograrse ese autodescubrimiento individual y social del educando. Ahora bien, procederé a explicar porque postulo esto y cuáles son los elementos que según Platón deberían considerarse para lograrlo. Para Platón la educación comienza aún antes de la escuela, y ésta debe desarrollarse en un ambiente saludable y cuya contemplación despierte en el educando sentimientos de afinidad con la belleza (en una etapa temprana a través de la gimnasia y la música) y con la verdad (en una etapa más madura, donde el educando posea ya la racionalidad necesaria) Podemos apreciar que para Platón es sumamente importante el contexto en el cual el educando se desarrolla desde sus primeras etapas, la realidad socioeconómica sería terriblemente relevante en la apreciación que éste niño posea de la realidad, y a lo que su alma reconozca como semejante y agradable. Platón siguió los pasos de su maestro Sócrates, quien dijo haber “practicado la verdadera política”, la que tiene por vocación modificar la ciudad modificando al ciudadano. Pero actualmente más parece que la ciudad modifica al ciudadano según sus necesidades de mercado. Y la educación ya no se presenta como un proceso por el cual el educando se adapta según estímulos acordes a su edad a la contemplación del bien, sino que se presenta como un trámite más, generador de capital de trabajo para el futuro, y los niños no se autodescubren a su propio ritmo, de hecho, la gente ve pasar su vida sin conocerse ni autodescubrirse, ignorando que muchos de los sufrimientos que sientes provienen del no contener conciencia de sus sentires. La educación actual castiga al diferente, castiga al que se revela, castiga al que tiene suficiente fuerza irascible como para revelarse contra lo que racional y emocionalmente le parece incorrecto. La educación crea, actualmente, una sociedad de masas al obligar mediante coacción a obedecer reglas irracionales3. Hace acostumbrarse a los niños a obedecer porque sí, normas que atienden a un deseo de poder ¿Y qué es el deseo de poder sino una manifestación de una de las partes más bajas del alma? Tan sólo la armonía del alma logrará una vida feliz4. Ahora bien, Platón nos cuenta en el Libro IX lo que creo nos pasa; “Cuando son transportados hacia lo penoso creen verdaderamente sufrir, y en realidad sufren; pero cuando pasan del dolor a un estado intermedio, creen por completo haber llegado al súmmum del placer”5 Así por carencia de conocimiento de lo que es el placer, comparan la ausencia del dolor con éste. Entonces, dado que la educación hoy está planteada no como medio para llegar a la verdad y a la colaboración de un estado sano, sino como un medio para generar capital de producción de bienes netamente materiales que satisfacen necesidades netamente materiales, desconocemos por completo el goce del estudio y del posterior trabajo. No vemos el trabajo como aporte a una sociedad, sino tan sólo como generación de recursos para subsistir, nos conformamos (y estamos diseñados desde la edad temprana para ello) con que no nos falte el pan, ni la salud, mientras un grave problema no nos aqueje, el vacío existencial y emocional que sentimos no nos causa mayor perjuicio, después de todo sólo mata nuestra alma, no nuestro cuerpo. Terminaré con ésta cita que me parece es un fiel reflejo de la sociedad que logra la actual concepción educacional: “Y es forzoso que los placeres con los cuales viven estén mezclados con penas y que sean como imágenes y pinturas sombreadas del verdadero placer, que toman color al yuxtaponer los unos a las otras, de modo tal que unos y otras parecen intensos, y que dichos placeres procrean en los insensatos amores enloquecedores por los cuales combaten (…) por desconocimiento de la verdad”7 ¿De qué manera entonces se contribuye al progreso si no conozco quién soy y por ende cuál es mi verdadera función en la sociedad? El libre examen es abrir el corazón al mundo, rumiar las opiniones, los conocimientos y la vida, hacerte dueño de ti, hacer crecer la indignación de lo incorrecto de modo que el miedo desaparezca, nos paremos frente al mundo y digamos soy esto y mi voluntad apunta a construir el progreso social de la mano de hermanos tan decididos y apasionados como yo. Que de la unión de nuestras manos perdamos el temor a sacarnos nuestras máscaras y a descubrir la real naturaleza humana.

1 Politeia, 518 c.
2 Politeia, 518 c.
3 Politeia, 571 b.
4 Politeia, 586 e.
5 Politeia, 585 a.
6 Politeia, 585 d.
7 Politeia, 586 c.

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Autor: Claudio Pena

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