Este 17 de enero finalmente sabremos quién será el presidente de Chile por el periodo 2010-2014. En campaña siguen el candidato de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera Echeñique y el candidato de la Concertación, Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Las encuestas publicadas en esta segunda vuelta, sin mayor respaldo por cierto, dan como ganador a Sebastián Piñera por alrededor de un 4 a un 5% respecto a su contendor Eduardo Frei. Por otro lado, la mayoría de la opinión pública, más allá de su votación, piensa que Piñera será el próximo presidente de Chile. Sin embargo, al analizar las cifras históricas desde las elecciones post-dictadura y además, analizando las cifras de la primera vuelta presidencial, las distancias se estrechan considerablemente dejando el escenario abierto para cualquiera de los dos candidatos.
En esta primera vuelta presidencial Sebastián Piñera, obtuvo 3.074.164 votos que significan un 44,06%; Eduardo Frei consiguió 2.065.061 votos equivalentes al 29,60%; Marco Enríquez-Ominami, candidato independiente, alcanzó 1.405.124 votos con un 20,14%; en cuanto a Jorge Arrate, candidato del Juntos Podemos Más, obtuvo 433.195 votos, lo cual representa un 6, 21%. La suma de estos sufragios más el 3.95 % de nulos y blancos hacen un total de 7.264.136 sufragios emitidos, lo que evidencia una leve variación al promedio de sufragios emitidos desde la elección presidencial de 1989 a la del 2005, en la cual se contaron 7.249.281.
Considerando el padrón electoral promedio de las últimas elecciones, para ser elegido presidente se necesitan al menos 3,7 millones de votos. Por lo tanto a Piñera aún le faltarían 600 mil votos, y el único candidato del cual podría obtener algunos votos sería Marco Enríquez-Ominami, que según las encuestas de primera vuelta, un tercio de su electorado apoyaría a Piñera en una segunda vuelta, pero lograr ese tercio aún no tiene ninguna certeza. Por lo cual la conquista de esos votos para alcanzar la votación mínima que han obtenido los últimos presidentes de Chile será sumamente difícil, y requerirá incluir en su programa ciertos proyectos “progresistas”, que pueden generar quiebres dentro de la Coalición, como en parte generó la inclusión de una pareja homosexual en la franja del candidato.
En cuanto a Frei, una desgastada concertación, lo ha llevado a obtener sólo un 29 % de la votación de esta primera vuelta, por lo cual su misión no deja de ser difícil, al tener que encantar la totalidad de los votos de Arrate y la mayoría de los votos de Enríquez-Ominami, pero la ventaja es que en cuanto a proyectos de gobierno, los de ME-O y los de Arrate están más cercanos al proyecto de la Concertación que al de la Coalición por el Cambio.
Sin duda alguna, estas elecciones estarán determinadas por la votación de los adherentes de Marco Enríquez-Ominami, quienes apoyaron una candidatura “progresista”. Por lógica, los votos de Marco deberían transferirse al candidato de la Concertación, pero la incertidumbre de estas elecciones surge debido a que algunos de estos adherentes transfieren su apoyo a Sebastián Piñera, en señal de “castigo” a la concertación o simplemente por “travestismo” político, aún cuando Piñera es el candidato “conservador” y la única asociación que se puede establecer es que ambos apuntan hacia un cambio, pero a mi parecer es un cambio con direcciones diferentes y que no pretende llegar a un mismo punto.
En conclusión, a pesar de las diferencias de ambos candidatos, sus esfuerzos tendrán que apuntar a cautivar el variado electorado de Marco Enríquez-Ominami para lograr la mayoría absoluta en esta segunda vuelta presidencial, cuyos resultados, más allá de encuestas o análisis políticos, los sabremos con seguridad este próximo domingo 17 de enero.
Vuestro voto queda en total libertad, pero hay que tener en cuenta que no da lo mismo por quien votar, y en estas reñidas elecciones, tan solo un voto puede determinar quien sea el próximo presidente de Chile.