¿DE QUÉ ME RÍO CUANDO ME RÍO?

Por Nicolás Morán Aguirre

Ves a alguien caminando y se tropieza. Para mucha gente, la primera reacción será una risita y, dependiendo de la gravedad, luego se preocuparán por la persona. Eso lo he vivido varias veces y me llevó a preguntarme ¿Por qué da risa ver un tropiezo? ¿Por qué me río con ciertas cosas y cuando se las muestro a un amigo pareciera que lo aburro hasta la saciedad? ¿Por qué algunos gozan con los Stand Up y a otras personas les divierte Morandé con Compañía? ¿Por qué hay millones de personas que encuentran graciosos a Los Simpsons? Pero aún más importante es…  ¿Cómo existe gente que le gustan los mimos?

El humor es, en un sentido de diccionario, un estado del ánimo, pero llevado y estirado a un concepto más específico, que es a lo que queremos llegar, la idea es dar respuesta a por qué nos reímos, porque incluso Nietzsche dijo: «El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa» y es que el humor es ante todo de carácter social, porque forma vínculos, fortalece relaciones en una comunidad determinada y porque existen códigos entendidos por todos y todas los y las que se rieron del chiste, como explica Begoña Carbelo.

En el tema de las caídas, la risa se produce porque existe una sorpresa y una incongruencia. Algo que es una normalidad como caminar y  que luego ocurra lo que rompe el umbral. Según William Fry, esta incongruencia es lo que hace que, sumado a que la persona no se muera ni se rompa una pierna, permitan darnos el gusto de reír, pero además, Scott Weems, autor de “Ja. La ciencia de cuándo nos reímos y por qué” lo asocia a una cercanía empática. Mientras más empática y emocionalmente cercana sea la persona, menos se reiría de la caída de alguien. Significa esto que estamos debatiéndonos entre el querer reír y saber que no deberíamos hacerlo.

La idea del humor confrontacional no es la única teoría existente, pero no quiero entrar en la Freudiana, que básica y someramente hablando, nos indica que el humor es una válvula de escape socialmente aceptada al deseo inconsciente de querer acostarte con tu madre o tu padre o lo que sea que plantee reiterativamente el padre del psicoanálisis y  que se traduciría en el humor negro o bien en las bromas de índole sexual o doble sentido.

En el caso del humor negro, se supone que es una forma de gestionar conflictos emocionales complejos. Según Christian Davis, investigador del humor, cuando hacemos un chiste sobre gente con discapacidad, nos sentimos mal por ellos, pero “queremos reafirmar su valor y tratarlos como deberíamos: como a todo el mundo.” En este punto puedes estar o no de acuerdo con su visión.

El humor de caídas, golpes o el escatológico son los más básicos, porque no hay una elaboración de un chiste en ello y eso explicaría por qué nos reímos con distintos niveles de complejidad. De hecho, en formas más complejas, el cerebro disfruta procesando información y recibe como recompensa la risa cuando ha entendido el chiste que se estaba haciendo, o dicho de otra forma, cuando se hace una alusión y la persona entiende la referencia.

Los Simpsons son un claro ejemplo de alusiones que resultan graciosas, porque como dijo Matt Groening, este es un programa que premia la atención del espectador. En el capítulo “Un tranvía llamado Marge” hay varias alusiones desde el título, que representa a la obra teatral “Un tranvía llamado deseo”, pero hay una escena en particular que resulta graciosa de forma explícita, pero también tiene una dimensión implícita que solo te hace gracia si entiendes el chiste, que explicaré de forma aburrida a continuación:

Marge para poder actuar tranquila, lleva a Maggie a la “Guardería Ayn Rand” , donde la directora del centro está leyendo “The Fountainhead diet”(La dieta del Manantial), que hace referencia a la novela “El manantial” de la autora ruso/estadounidense, siendo este personaje además la artífice de que se le quite el chupete a los bebés. Solo si sabes quién es esta filósofa libertaria y conoces sus postulados, podrás sacarle todo el jugo a esa escena y entender el trasfondo de la guardería y su forma de hacer las cosas, pero si no lo sabes, aún así te reirás de que haya una rebelión de infantes (Spoilers de un capítulo publicado el año 1992).

Otro ejemplo es en el que aparecen los Stonecutters o mejor conocidos en latinoamérica como los Magios. Si sabes algo sobre sociedades secretas, sabes que tienen toques, saludos y ritos también secretos y también sabrás que se burlan de los Masones. En ese capítulo se les muestra a modo de sátira, porque se ponen a beber con aliens y a conspirar en los premios Oscar. Te va a dar risa, porque es la exageración de los mitos en torno a la masonería, pero si eres masón, masona o tienes familiares que lo sean, resulta aún más gracioso, porque tienes mayor información para gozar plenamente del capítulo. Eso es una alusión o una intertextualidad. El medio audiovisual se nutre de otros elementos de la cultura para expresarse. Por eso millones de personas encuentran graciosos a Los Simpsons (Al menos y, estirando la verdad, hasta la temporada 10), porque su humor funciona en varios niveles y las referencias que hacen, no entorpecen el humor directo.

Sin embargo, hay gente que no encuentra que las caídas sean graciosas o que la familia de Springfield sea chistosa y eso es porque el humor es subjetivo. Como mencionaba al principio, a mí, por ejemplo, me da risa el humor de George Carlin, pero cuando le mostré a un amigo un video, me dijo que lo cambiara a los 2 minutos. Se había aburrido y yo no entendía cómo podía pasar eso con una rutina que criticaba el sistema capitalista y a Estados Unidos, pero recordé que soy un ñoño de la política y que ver a un tipo maldiciendo a la sociedad norteamericanano es necesariamente gracioso.

Esa situación me hizo pensar que el humor se va complejizando a medida que aprendemos cosas y nos cuestionamos. Por ejemplo, hoy por hoy, un chiste sexista no me parece gracioso, porque me parece que perpetuar roles de género a través de estereotipos no está bien, pero hay gente que goza viendo al “Kike” y los sketchs que se supone deberían causarme gracia, pero no lo hacen, porque desde mi nueva perspectiva, no me parece que sea correcto, así como hay quienes se ríen de los chistes de judíos, de gallegos o del mundo LGBTIQ+, por poner ejemplos. Cosa que también me parece mal, aunque no pertenezca a ninguno de esos colectivos.

Lamentable o afortunadamente, hay espacio para todo tipo de humor, considerando la teoría confrontacional, lo que no te exime de dañar u ofender a alguien. Para entender esto, voy a llamar a Karl Popper y a su paradoja de la tolerancia, la que, explicada como infografía de Pictoline, plantea que no debemos permitir la expresión de los discursos de odio, porque los intolerantes no buscan un mundo en el que se pueda convivir pacíficamente, por lo que no deberíamos soportar chistes homofóbicos, racistas, machistas o de cualquier clase de discriminación a otros u a otras. Sé que dije que el humor es subjetivo y que lo que a mí o a mi círculo les parece gracioso para otras personas puede no serlo, pero que sea subjetivo no significa que lo que te causa gracia está necesariamente bien y espero que haya quedado claro. Cada persona y cada grupo tiene sus límites, por lo que desde ahí se desprende que la comedia no es universal ni infalible.

Otro punto a considerar es el reírse de uno mismo. De hecho, según Weems y Carbelo, hay estudios que afirman que la capacidad de reírse de las cosas que te pasan, ayudan a tener una vida más saludable. Por eso, cuando un comediante árabe se ríe de los estereotipos de los árabes o una profesora hace comedia en base a los sueldos, se entiende que la persona tiene “más derecho” a reírse porque el humor está actuando como mecanismo de defensa que le ayuda a afrontar las exageraciones y mitos en torno a su género, tendencia política, orientación sexual, etnia, etc. Les recomiendo ver un stand up corto de Sarah Silverman que está en youtube, “On the Holocaust”, que ilustra mejor esta idea.

No podemos desconocer que la comedia tiene una intencionalidad y como cualquier otra acción humana, entrega un mensaje o una postura. El humorista que habla de los políticos no está inventando la rueda. Desde hace miles de años que existen sátiras hacia los gobernantes, pero comparten algo en común, que es el propagar una idea mediante el humor. Que la persona logre identificarse con el tema, que eso active su cerebro y como respuesta, se ría. Esto se da sobre todo en la comedia política, que hoy por hoy está tan desprestigiada, porque a veces pareciera que la sátira se corta con el afán de no ofender al poder.

Para cerrar y, tras mucho leer sobre humor y comedia, lo único que lamento es que no he encontrado la razón  por la que hay gente a la que le gustan los mimos.