Izkia y la maternidad en derechos

Por: Tatiana Cid Lleufo

Izkia Siches, Presidenta del Colegio Médico de Chile, ha estado activa en los medios durante toda la pandemia, con una visión y opinión fuerte contra las medidas del gobierno, criticando a cada ministro de salud, cada cambio en el plan Paso a Paso y cada vez que la economía de mercado se
sobrepone a las medidas sociales. Porque en este fundo llamado Chile, los empresarios dirigen al país, a través de un títere sin cabeza, un príncipe desnudo perdido de la realidad del pueblo. Sí, Izkia tenía razón: son unos infelices.

Luego de exclamar aquella declaración hubo quienes se atrevieron a culpar a su estado hormonal producto de su embarazo. Una vez más el patriarcado usaba sus garras para quitar importancia a las palabras de una mujer que, para desgracia de ellos, la tiene clara: el embarazo no afecta su razonamiento.

Hace unos pocos días (29 de abril), la doctora Izkia Siches dio a luz a su primera hija y en todo su empoderamiento decidió hacer públicas algunas realidades que están veladas, poco habladas, en la trastienda “del momento más lindo de la vida”. Lamento informar que no siempre es tan lindo,
hay dolor, hay gritos, hay fluidos. No todo es tan sencillo, se necesitan recursos, compañía y seguridad.

Las publicaciones en redes sociales de Siches expusieron las dificultades que puede tener un parto, pero también los derechos a los que tiene acceso una mujer, esos mismos que muchas mujeres, antes que nosotras, lucharon para ganar en la calle. Parir con dolor ya no debería la norma, la ciencia nos proporciona hoy la anestesia y Chile garantiza el derecho a la analgesia en el parto. También hay derecho a realizar un apego inmediato prolongado, piel a piel, mientras la condición del recién nacido o la recién nacida lo admita; el cual nos permite que se desarrolle un apego seguro que, a la larga, resulta en niñas, niños y adultos con mayor capacidad de explotar su potencial.

En estas publicaciones también pudimos saber lo agotador que resulta un trabajo de parto, en especial uno que se prolonga, así como el modo vigilia en que las madres entran por cuidar y atender las necesidades del bebé e incluso, las dificultades que conllevan la lactancia materna, que no siempre es inmediata. “Esta parte no sale en las películas” escribió la médica por la demora en la bajada de leche. En este momento, lo más importante es el apoyo profesional para promover y corregir una técnica de lactancia apropiada que permita la alimentación del o la bebé y la comodidad de la madre. La lactancia no debe ser dolorosa, incómoda, ni frustrante y para eso los y las profesionales del área están preparadas y preparados para acompañar esas dificultades y es un derecho de las mujeres sentirse acompañadas y guiadas en este proceso que también favorece el apego.

Después del embarazo y del parto, también hay cambios físicos que modelan una nueva forma de vivir nuestros cuerpos. El abdomen abultado no desaparece inmediatamente, las mamás están sensibles, podría haber estrías, hay sangrado vaginal, hay mucho sueño, pareciera que el cansancio nunca se va, el tiempo es escaso. Todos estos cambios en la imagen corporal pueden afectar el estado de ánimo y llegar a desarrollar una depresión postparto. Nos convertimos en seres diferentes por ser madres, aunque sólo en nuestros cuerpos, no en nuestro razonamiento. Si las dificultades psicológicas complican la vida de una mujer madre, ella también tiene el derecho a ser acompañada y a acceder a la ayuda profesional que requiera.

Hoy que estamos a una semana de celebrar a las madres, bajo un muy bien decorado marketing, el llamado es a la empatía. La maternidad no tiene que ser difícil, no si existe una compañía real y útil a los tiempos. Mi sugerencia es estar en las malas, cuando el bebé llora de noche, cuando hay que cambiar pañales, cuando la madre está cansada y necesita una siesta. La maternidad es sólo una opción de la mujer, no es una obligación, tampoco tiene por qué ser un tormento. Todas las personas que nos relacionemos con una mujer madre tenemos la obligación, desde cualquier posición, de prestar cuidados, atención y trabajo para que la carga esté pareja. No regalemos pañales, ofrezcamos nuestro tiempo.