365 DNI: UNA VEZ MÁS, A LAS MUJERES LES GUSTA LA VIOLENCIA

Julio del año 2020, plena pandemia. Después de un 8 de marzo histórico en el que miles de mujeres salimos a decir que nunca más, que no estamos solas, que el patriarcado va a caer. Gritamos más fuerte que nunca y; al parecer, sigue sin haber muchas personas que no escuchan, ni quieren hacerlo. Los casos de violencia de género siguen y suman, las injusticias, las funas, los victimarios sin condena. Sin ir más lejos, el llamado “contenido de entretenimiento”, no se queda atrás. Así se puede observar en la película “DNI 365”, la cual fue estrenada en la plataforma Netflix durante este año. 

Además de ser una película bastante cuestionable en cuanto a calidad, también lo es en cuanto al contenido de trama que involucra. Básicamente se trata de (y no me importa hacer spoilers esta vez) una mujer que es secuestrada por un hombre de la mafia. Este hombre decide que ella debe ser suya y le da 365 días para enamorarse y mientras tanto la mantendrá cautiva. Todo esto en un contexto de lujo y dinero, mediante el que el secuestrador le ofrece todo lo que ella quiera durante su cautiverio. Ella, se podría decir que “acepta”.

La película muestra cómo, a medida que pasa el tiempo, ella se va enamorando de él y la vida que éste le entrega (a pesar de que está secuestrada). Hay escenas donde ella camina feliz junto a su secuestrador y un montón de bolsas con ropa y zapatos que los guardias llevan. Otras escenas muestran cómo ella lo busca y provoca porque, según lo que se puede observar, le gusta cómo él la violenta. Así se van sucediendo, uno a uno episodios similares. 

Seré sincera: no terminé de ver la película. Me dio asco y no por las escenas sexuales (que tiene bastante y muy explícitas), sino porque una vez más vemos cómo burdamente se romantiza la violencia patriarcal. Es una demostración más de esta cultura de la violación en la que vivimos donde, no solo se aceptan situaciones de este tipo, sino que se protege a los culpables y se culpa a las víctimas. Las víctimas (mujeres) son todas vistas como la protagonista de esta película: al final igual les gusta que las violenten, más aún si esto involucra lujos. Quizás estas palabras sean duras, incluso a mí me producen algo al escribirlas. Sin embargo, creo que es la única manera en que entenderemos lo repudiable de que sigan existiendo films en los que se promueve la violencia de género. Lamentablemente aún hay que aclarar que “NO, A LAS MUJERES NO NOS GUSTA SER VIOLENTADAS”. 

Si bien todo lo anterior podría calificarse como opiniones, creo importante incorporar algunos datos y conceptos en esta columna. Ya que, muchas veces, esta es la única manera de que nos crean. Nuestra palabra nunca basta, pero quizás eso es tema de otra columna. Entonces, para dejar más aún en evidencia la situación, cabe mencionar de entrada que, según las cifras oficiales otorgadas por el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, el año 2019 hubo 46 femicidios consumados y 108 frustrados tan solo en nuestro país. Mientras que, el año 2018, las cifras a nivel latinoamericano y del Caribe las cifras indicadas por el Observatorio de Igualdad de Género de la CEPAL ascienden  al menos a 3.287 mujeres asesinadas por tan solo ser mujeres. Volviendo a nuestro país, en la actualidad, según la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres, se contabilizan 22 femicidios.

Todos estos datos corresponden tan solo a lo referido a asesinatos; sin embargo, no hay que olvidar todos los suicidios provocados por situaciones de violencia machista como por ejemplo el de Antonia Barra. Más aún, tampoco hay que olvidar todos los casos no denunciados de abuso y/o violaciones sobre los que jamás tendremos números, pero sí conciencia de que la mayoría de las mujeres hemos sufrido de una u otra manera y somos más del 50% de la población total de Chile.  

Entonces, sobre esta base y volviendo al tema inicial, cabe preguntarse ¿qué tan cerca de la abolición del patriarcado nos encontramos si películas como esta son tan bien recibidas? Esto lo puedo justificar, basándome en que actualmente se encuentra como número 9 de lo más visto de Chile, según los mismos datos entregados por Netflix. Una película que, repito, romantiza la violencia y retrocede años lo ganado por el movimiento feminista. Un hombre que dice amar a la protagonista y le exige lo mismo de vuelta, pero sumida en una situación de sometimiento y obligación. Él “demuestra” su amor así, con obsesión, violencia y ansias de propiedad. Ella, se deja querer porque es lo que corresponde: el que te quiere te aporrea- dicen las voces populares. 

Creo que esta película es solo una muestra más de que queda mucho por luchar aún: la cultura de la violación sigue viva. No sólo está presente en cintas como ésta, sino que más cerca de lo que creemos: en las palabras de los medios, instituciones, colegas, profesores, jefes, amigos, familias e incluso nuestras. Las problemáticas sociales como éstas, no solo son algo puertas afuera, sino que invaden hasta lo más profundo todos los espacios. Por lo mismo, Julieta Kirkwood (feminista chilena) decía “Democracia en el país, en la casa y en la cama”.

Entonces, para concluir esta larga crítica indignada, hago una vez más el llamado a que nos cuestionemos cada día y cada segundo cómo aportamos o no a la cultura de la violación. Un llamado a criticar, no callar, gritar, denunciar, apoyar cuando sea necesario para que por fin logremos combatir el patriarcado que día a día nos acecha. El pensamiento y la acción críticas son la clave para que cada espacio inundado por el patriarcado se convierta en lo que tanto anhelamos: un espacio seguro, libre y equitativo. Porque sí, creo que una sociedad más libre y fraterna o sorora son posibles. Sin embargo, creo que aún queda mucho camino por recorrer y, por lo tanto, muchas paredes más por derribar. Si queremos lograr esta nueva sociedad, las palabras son nuestra arma más fuerte: el nunca más callar, el escucharnos, el sacar la voz.

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Autor: Catalina Potocnjak

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